miércoles, 26 de octubre de 2016

¿Fumaban los romanos?




¿Pero qué pérfida pregunta es esa? Quien en su sano juicio se imaginaria a un legionario o a un magistrado, liando un pitillo con picadura traída de tierras más allá de las columnas de hércules por fenicios despistados (y lamentablemente, esta teoría se estudia)
La pregunta surgió durante un evento de reconstrucción por tierras del sur de Hispania cuando yo, ataviado con mi equipo de legionario, me aparte de la castra para fumarme un merecido cigarro tras la sudada monumental que un milite sufre al llevar toda la impedimenta en combate. Tras mirarme extrañamente mientras yo me encendía el cigarro, un hombre acompañado de su mujer se me acercaron:
Cornu y vexillum de la legio VIIII

 -¿Los romanos fumaban? Me espeto con sorna el individuo tras una discreta sonrisa. Cansado por el esfuerzo, no encontraba una respuesta sutil que darle.

-No dentro del campamento. Algo que en reiteradas ocasiones se dice a los fumadores recreacionistas (y, ya sea por despiste o por poca costumbre muchas veces incumplimos) pensando que con ese cortante comentario alejaría al gracioso de turno. Pero, el hombre insistente continúo:

-Ya, tabaco seguro que no, pero algo de maría seguro que fumaban. En ese momento se me encendió la lucerna, y recordé como Homero hablaba del “humo del olvido” en la Odisea.

-Fumar seguro que no. Respondí – Pero puede que como se aplica ahora el incienso probablemente sí.

Sorprendido por tal afirmación, el hombre interesado continuo.

-¿Así que los romanos se colocaban? Me volvió a preguntar mientras la mujer miraba con vivaces ojos la gladius que suspendía de mi cingulum.

-No, más bien era como uso medicinal, como lo era también el opio por ejemplo.

-Ya, como ahora jaja Acompañé con una forzada risa ese chiste malo mientras se alejaban a ver el campamento, más tarde me los volví a encontrar haciendo guardia, pero eso ya es otra historia.

Al volver a las tierras del norte no pude olvidar tan simple pregunta que me hizo ponerme a investigar sobre si lo que les había dicho tenía una base histórica y si cabría la posibilidad de que el romano de a pie o el legionario destinado en el lejano oriente haría uso de tal productos con fines meramente recreativos.

Al rascar un poco más en la superficie me encontré una gran cantidad de información al respecto, con referencias a Plinio, Discórides o Claudio Galeno, entre otros grandes de la medicina clásica.

Se habla de remedios curativos y paliativos del dolor, como el cáñamo, la belladona, la manzanilla, la mandrágora, o el brezo entre otros, pero de lo que más se habla es sobre la el opio y la vid, y como tal, siendo regulada y controlada su venta, evitando su especulación tal como establece la lex Cornelia (77 a.c) sobre el uso de sustancias modificadoras del ánimo, y más posteriormente el edicto de Diocleciano (301d.c) que fijaba los precios de dichos productos evitando su especulación. En ese tiempo hay un dato interesante en el que habla de más de 790 tiendas dedicadas a la venta de estas mercancías. No me quiero imaginar los impuestos sobre el producto que tendrían que afrontar los ciudadanos de roma y el beneficio que el estado percibiría del mismo. ¿Os suena de algo?

Se habla de que Marco Aurelio, amanecía con una porción de opio del tamaño de una haba de Egipto (que vendrían a ser unos 130 gramos aproximadamente) disuelto en vino tibio. Así como otros emperadores, como es el caso de Nerva, Trajano, Adriano, Severo o Caracalla lo usaron como para mitigar los dolores.

Alec Guinness es Marco Aurelio en "La caida del Imperio Romano"
Podemos suponer por lo tanto, que el consumo de estas sustancias paliativas no era para nada algo marginal y mal visto por los grandes y potentados del imperio.

Claudio Galeno (129-199 d.c) por ejemplo, era uno de esos médicos experimentales. Sostenía que a través de un tratamiento llamado la incubatio llegaba a sanar al enfermo directamente a través del sueño usando sustancias como la adormidera, la cicuta o la mandrágora para inducirlo.

Si les gusta la mitología grecorromana, sepan que Eneas para paliar el dolor que sentía Atlas con el peso de la bóveda celeste, le dio opio mezclado con miel. Y más adelante, Ceres a través de Hypnos le entregó un ramillete de adormideras para que mantuviese a Aníbal alejado de Roma en la segunda guerra púnica.

Flor del Opio
Si, este tipo de remedios estaban muy bien para su uso médico, y daba pie a múltiples historias de ficción, pero… ¿se usaban con fines lúdicos y sociales como en la actualidad?

Pues todo apunta a que su uso era común en la alta sociedad romana, así como sigue siendo común el consumo de bebidas alcohólicas en la sociedad actual, del que por cierto esa sí que era una “droga” bastante problemática para la sociedad romana del que da pie a un tema aparte acerca de las consecuencias que tenía en los individuos que consumían asiduamente el fruto de la vid. Además, como apunte etimológico; No existe equivalente en latín la palabra opiómano o drogadicto, pero si para alcohólico. 
Lo más interesante del el tema que nos ocupa es la falta de mención hacia sus efectos adictivos, no he encontrado ninguna dato que me haga suponer que la ausencia de dicho producto genere malestar por parte del consumidor habitual, es más incluso muchos autores clásicos nos comentan que si se sigue se toma con moderación y periodicidad se puede evitar el peligro de intoxicaciones agudas, así como una guía comprobar la calidad del opio para que no te vendiesen mercancía adulterada o de baja calidad. Pero eso no quiere decir que lo autores clásicos desconociesen los efectos adversos de dichas sustancias. Volviendo a Galeno, sabemos también que el consumo del cannabis era una costumbre romana bastante difundida (quizás heredada de los griegos) y que se solía ofrecer en las reuniones de los aristócratas y demás pudientes de roma, pero “su consumo excesivo arruina la virtud, además su semilla se digiere muy mal, produce dolor de cabeza y genera malos humores”
Otros expertos de la época, reniegan del uso del opio y demás sustancias paliativas, pero no por ser nocivas, más bien por el nulo efecto que tienen en el tratamiento de ciertos males, siendo en algunos casos contraproducentes ya que “enmascaran el mal y dificultan la identificación del mismo”
Solo resta comentar la forma de consumir dichos productos, que como ya avance se diluía en vino, pero creo da pie a otra entrada más profunda centrándonos esta vez en la medicina del que hay mucha más información, pero no por ello deja de ser menos apasionante.

Lo Primero que pensamos cuando oimos hablar del opio (malditos British)
Bueno, hasta aquí el viaje psicotrópico romano por los mundos de las sustancias psicodélicas de la época, espero que esta primera expedición en este tema no lleve a nadie por el mal camino, y espero que si algún día me pillen fumando en alguna recreación, contestarles con la misma parca sabiduría que se escriben estas líneas.

martes, 24 de febrero de 2015

Los perros de la guerra



No, este artículo no trata de la película de los 80 protagonizada por Christopher Walken  si no del uso que hizo roma a los canes con carácter bélico. 
  

Bajorrelieve Asirio 4000 a.c
Este tipo de uso del amigo del hombre con sentido bélico despertó mi curiosidad en el 2004 cuando salió el aclamado juego rome total war, con el que tantas horas me he pasado guerreando contra un sin fin de enemigos a los que se enfrentó roma. Para mí en aquella época me parecía algo casi irrisorio que se usasen este tipo de animales en una batalla. Pero a medida que investigaba sobre el tema que nos ocupa me fui dando cuenta de que era algo completamente plausible.





Fragmento de bajorelieve del de palacio de Ninive, en Irak
Bueno al lio. La representación más arcaica del perro con presunto uso militar nos la dan los sumerios con un bajorrelieve de 4000 años de antigüedad, y más tarde, se vuelve a encontrar una representación similar en los restos del palacio de Nínive perteneciente a los Asirios, destruido allá por el 609 a.c En esta compilación de grabados de una calidad excelente, podemos ver el perro llevado por presuntos soldados. Aunque estos fragmentos no representen la totalidad de la imagen que querían plasmar, a mí me parece más bien un uso como perro de caza más que de guerra.


En el antiguo Egipto, la devoción religiosa de esta cultura por el perro, bien les costó la independencia, ya que en el año 525 a.c el rey persa Cambises II venció a las huestes de Psamético III en la batalla de Pelusia colocando en sus líneas perros así como otros animales sagrados que hicieron que la gran mayoría de las tropas egipcias optasen por no combatir al ver a tal representación divina del lado persa. Si bien esta victoria persa se le atribuye más al gato (algo de lo que  en siguientes entradas comentaré), la picaresca persa hizo que se adueñase de la tierra de los faraones, poniendo fin a la XXV dinastía egipcia y dando comienzo a la hegemonía persa en tan prosperas tierras.


La devoción de los egipcios era tal que incluso momificaban a sus mascotas


Más adelante durante las guerras médicas, las huestes de Jerjes en su infructuoso intento de dominar el Egeo posiblemente trajeran estas bestias para combatir a los griegos, formándose así una de las tantas teorías sobre la introducción de un tipo de perros procedentes del extremo oriental de Anatolia.




Se cuenta que a Filipes le acompañaba un perro 
en su marcha a Atenas pero quizás no pudo seguirle el ritmo
Otra teoría de la llegada del perro de batalla a territorio helénico viene dada por Alejandro Magno que adopto en sus conquistas por oriente a un dogo al que llamo Pericles (debió llamarlo así como al maestro de la oratoria Ateniense) y que le acompaño luchando a su lado hasta la muerte del can supuestamente en la batalla de Hidaspes del 326 a.c al que su amo acompañaría al Hades tres años más tarde.



Aristóteles describe a esta clase de perro como: “de constitución musculosa, mandíbula fuerte, gran cabeza y hocico corto” Se conoce a esta clase de perros  por la tribu de los molosos, ubicados en el noroeste de la actual Grecia, y que sería conocido como el reino de Epiro por los romanos.




En Pompeya estabas listo 
si entrabas sin ser avisado
Ya centrándonos en roma, la incipiente republica el perro se encontraba integrado en la sociedad romana desde una era muy temprana, tanto en ritos como en el quehacer diario, no distando demasiado de la actualidad. Como curiosidad, existía una curiosa festividad en la que cada 18 de julio, los perros guardianes del Capitolio eran crucificados en castigo a su negligencia, al no haberles advertido de la llegada de los galos ante la atenta mirada de los gansos del templo de Juno verdaderos guardianes del monte capitolino (saqueo de roma 387 a.c)








Quizás estos animales no hayan sido para la historia romana muy buenos guardianes, pero si unos excelentes soldados. Su paso por el ejército dio muy buenos resultados tanto para ellos como para sus enemigos. La primera referencia viene dada por un relato del historiador bizantino Zonaras, en el que relata que durante el consulado de  Marco Pomponio Mato y su hermano M. P. Manio (231 a.c) hubo una revuelta en la isla de Cerdeña incitada probablemente por Cartago, en la que ante la imposibilidad de realizar una guerra abierta contra los Sardos que se ocultaban en las montañas, Mato uso partidas de perros para acabar con los guerrilleros que se ocultaban en cuevas. Si bien este uso viene más dado a la caza que al combate directo, pero, en eras posteriores, las legiones tubieron enfrentarse a tan temible enemigo. Se habla de que en el año 120 a.c un destacamento fue vencido por el Rey Bituito de los Arvernos usando únicamente perros de guerra del tipo moloso. Quizás esta derrota fue el toque de atención para llevar a los perros que combatían en las arenas de roma, a los campos de batalla, dando lugar al "Canis Pugnatis"



Carlanca moderna usada para proteger al perro de los ataques
 de lobos, muy similar al usado por los romanos
El equipamiento del Canis variaba como es lógico, según el enemigo al que se enfrentasen. Por tanto podrían ajustarle al lomo piras o tinajas con fuego, y lanzarlos contra el enemigo para causar la devastación en las primeras líneas (algo similar a los cerdos incendiarios que se usaban contra los elefantes púnicos) Otro método era equiparles con una coraza de cuero con cuchillas que producían cortes en las extremidades inferiores del enemigo. Este método era también era usado para rechazar una carga de caballería. Otro método algo más directo era adiéstralos para el combate cuerpo a cuerpo: se le ataviaba con placas de cuero en los laterales, un collar de púas o carlancas, he incluso de un casco y se les lanzaba al ataque.



El fiero luchador de las galias,
 ha llegado hasta nuestros días como el dogo español
Otro uso que hacían las legiones romanas del perro, era como correo, el método era macabro de por sí; Se le obligaba a ingerir un tubo de cobre o plomo grabado y para leerlo se debía abrir el vientre del animal y obtener el mensaje matando evidentemente al can en el proceso. Era cruel, sí, pero al menos no hay constancia de que se aplicase el mismo método con esclavos.

Debido a sus multiples aptitudes combativas y logísticas el moloso se ganó un hueco entre los estrategas romanos, siendo uno de sus mayores exponentes Cayo Julio Cesar que uso sus dotes combativas “cirquenses” para someter la Galia (58-51 a.c)


Relacionada con Julio Cesar existe otra teoría que yo personalmente no comparto pero que debe comentarse pese a las reticencias que tenga sobre ella: Dícese que cuando Julio Cesar realizó su primera expedición a Britania, encontró allí unos perros de gran tamaño, los mastines ingleses presumiblemente. Estos eran descendientes directos de los molosos llevados por los fenicios tiempo atrás. Cesar impresionado por la magnitud de tan colosal animal lo incorporo a sus campañas para dominar la Galia.


Bueno, esto ha sido todo por el momento, espero que les haya no le haya sido muy tedioso este viaje por la vida perruna de la antigüedad. Por mi parte seguiré investigando sobre el tema en cuestión, ya que existen ciertos escritos sobre el tema a los que aún no he podido echar el guante.